viernes, 5 de febrero de 2016

"Ahora que dicen que viene un tiempo nuevo..." Octubre 1999.

AHORA QUE DICEN QUE VIENE UN TIEMPO NUEVO...LOS MILENIOS 

Octubre de 1999

PROLOGO

"Ahora que viene un tiempo nuevo..."¿Habrá que aprender a vivir? O, ¿acaso simple recreación de un eterno retorno? ¿Tiempo nuevo?
"Soy muchos entre anhelos, soy canto..." Así viaja este viajero, el poeta, oculto entre sus versos. Con Adolfo Castaños entendemos el por qué de la expulsión de los poetas y los artistas de la rígida República de Platón. Por qué la expulsión de Homero. Porqué el filósofo fue obligado a beber la cicuta. Por qué el juglar fue vilipendiado cuando no divertía a su señor. Por qué el pintor huyó al exilio.
Con Castaños recordamos que no hay más poeta ni más artista que el disidente. Que lo otro son bufones que sirven a su señor.
Poesía, la de Castaños, disidente de todo tiempo, de los tiempos circulares que exponen falsas rutas rectilíneas de un devenir que no empezó ni cesará. Pero la mirada del poeta no es en él la mirada lejana desde el exilio. Su emboscadura no es el bosque ni el mar. Su mirada proviene desde dentro, donde él, sin embargo, habita emboscado en la selva de sus poemas, pues "soy canto".
Por eso, su poesía es también memoria, sin la cual el Partenón son simples piedras.
Tiempos nuevos, dicen ¿Nuevos? Eso dicen quienes carecen de memoria. La poesía de Castaños es aquí, por ello, esa disidencia que inquieta.   

Bernat Muniesa.

EL ANTI-PROLOGO

Me preguntaba, y me continuo preguntando, el por qué este Adolfo se empeña en que alguien como yo que no entiende ni jota de lírica (ni escrita ni oral) le haga un prólogo a este compendio poético. La respuesta que me dio este Adolfo fue inapelable: "Porque busco lo desconocido".... Es decir, que con el exquisito talante y la profundidad analítica de este gigante "cuarta dimensión" del pensamiento, cual es Bernat Muniesa, que ya le dedicó el prólogo que antecede la anterior edición, este Adolfo debería darse por más que satisfecho.
Pues no, este Adolfo me pide la luna; pobre de mí, me continuo preguntando qué rol puedo jugar yo ante un incomparable Muniesa y un ambicioso Adolfo que quiere lo inalcanzable.
Vuelve a contestarme:"Quiero lo desconocido".
Lo que sucede es (recordando a aquel clásico: "La Poesía eres tú") que Adolfo acaso se desconozca, acaso se busca, acaso:"El desconocido eres tú".
No estoy haciendo un ejercicio esotérico con esta reflexión. Me estoy refiriendo a experiencias duras de la condición humana, duras como el mármol de Carrara, del que se sirvió el gran Miguel Angel para tallar su magistral David, con lo que el autor desborda la obra escultórica, pues de ella se deriva a una impeclable expresión poética...
Adolfo fue un "Niño de la Guerra", como lo fuimos los de mi generación. Aquella semilla con que alcanzamos la adolescencia, tras haber sido alcanzados por la metralla de las bombas, que nos armaran psicológicamente para no asimilar nunca la derrota, ni las derrotas... No es ningún mérito, mi generación, los "Niños de la Guerra", no fue artífice de nada, solo fue producto de una situación..., simplemente eso.
Lo verdaderamente extraordinario fue hallar algo de la nada, de aquella "generación perdida" (no porque había existido antes y desapareció aniquilada después) no, se trata de una generación que no llegó a existir: los "Niños de la Post-guerra".
Fue una generación que se vio rodeada, en lo político, en lo social y en lo cultural, de un silencio sideral. Es por ello que debemos tratarla como oro en paño.
Lo desconocido, esa alternativa a lo conocido, no está sólo en el futuro, se halla presente ya entre nosotros. Es esa generación que de niño no existió y se está buscando a sí misma. Algunos lo están haciendo a través de la Poesía. Este Adolfo es uno de ellos.
Luis Andrés Edo
Barcelona, octubre 2004.

PRIMER MILENIO

Soy muchos entre anhelos
soy canto, desde él quiero partir
hacia el viaje que desde el tiempo mismo
a tiempo vuelve, desde él quiero partir.
Primero fue la fe quien impregnara
más tarde fue quien la negara
nacimos desde muchas vidas.
Soy muchos desde mis anhelos
Hacia el viaje desde el tiempo parto
y llego caminando desde el fin.
Desde el principio lo digo y lo reclamo
la poesía es lo que defendí
aun si en la vida y desde la vida
quiero que cante ella desde mi.
En tiempo de cruzada deserté,
me hice místico y amé la picaresca,
y en la hojarasca que confunde gesta
he sido amante de la fe en la razón.
Expuse como expongo mi verdad
que fue quemada en todas las hogueras,
es por fragmentos que sobreviví.
Son estos mismos mi propio rebaño.
Son estos mismos que hablan de mí.
Primero fue la fe quien devoró anhelos
y el dolor siguió siendo dolor,
y el desvelo siguió siendo desvelo;
y el todo fue la nada
y la nada armadura,
y el miedo nos llevaba hacia el honor.
Antes de todo esto hubo otras vidas,
y hubo civilización.
Después de todo esto habrá más vida
y buscaremos civilización.
Es el viaje a ninguna parte
donde podremos dar una canción.
Es el camino universal y humano,
donde daremos nuestra convicción.
Tuvimos que esconder los libros,
tuvimos que esconder nuestro saber,
que el mundo era redondo fue quimera,
de la barbarie llegamos hasta poder ser.
Con mil palabras te diré tantas cosas...
ponle a ello la música de tu bolero.
Con mil palabras te diré
lo que Cernuda cantó en un solo poema:
con él y desde él estoy aquí.

Dos mil años después es volver al principio,
cuando se unen las razas y la fe.
Antes de todo esto hubo esperanzas,
si todo aguanta las habrá después.
La aldea global era y es una aldea,
y la utopía era y aún es aquél viaje a Itaca.
La fe, vino la fe con la estaca y la cruz.
Vino la fe entre niebla y barbarie,
y en latín describió el infierno Dante,
y una bruja enloqueció en su corazón.
Vuelvo a ese tiempo y todavia estoy huyendo,
veo a Pelayo y todavía me escondo,
no vaya a ser que me vea con el libro.
Cuidado, hermanos, si llega Pelayo.
Que este fulano, que este fulano tiene siempre a mano
reconquistas y hoy pasaporte norteamericano.
La fe, vino la fe con la estaca y la cruz,
y era el preludio de la esclavitud.
Con la fe de la cruz, doctrina de la espada
se avasallaba al indio y a la civilización,
y se quemó a Servet, se esclavizó a los negros,
gracias a ellos que nos queda el blues,
que nos da la luz. -No lo digas muy alto, cuidado,
puede venir Pelayo con todos sus colegas,
anónimas capuchas embozadas
quemando como siempre razones y espíritus
cantando una canción de Lola Flores
y travestido de Norma Duval.
Es broma, pero en serio te lo digo:
cuidado con Pelayo, hoy se hace llamar Clark
y se ha reconvertido en gestor de democracias
con vocación de paramilitar
(ahora se ha hecho amigo del buen señor Aznar)
Cuidado con Pelayo: hoy va bien camuflado.
Cuidémonos del poder y del dinero.
Cuidemos la memoria y recordemos
todas las luchas por la vida
tensos y serenos.
Cuidémonos de todo aquello que recuerde
los presentes y el pasado restrictivo.
La fe aún va armada
y tiene en sus acervos la quema de las hogueras.
Vinimos de Grecia y costó reconocerlo.
Saludo al árabe por ello.
En Córdoba fue, no falla la memoria,
que el pensamiento griego fue trascrito
y fue reconocido su conocimiento.
Quiero brindar por ello, saludar la memoria
de aquella calma y civilización.
El riego de la huerta acompañaba su soñar
y fue la tolerancia y la cultura.
Recuerdo al rey poeta, al rey Almutamid.
Saludo su memoria y reivindico
el sol, la luz, el espíritu y el alma
de los que dieron vida a la Hispania
antes que la barbarie conquistara
en nombre de la fe la Península.
Vinimos de la fe a la muerte,
quemamos uno por uno los herejes,
de ahí pasamos a Burundi,
menos mal que nos queda el blues que nos da la luz.
Vinimos del latín y hoy es Kosovo,
al nómada gitano se extermina.
Yo te saludo, Camborio
flor en el tiempo de todos los gitanos.
Ahora que el mundo se junta
y se une más que nunca lo viejo y lo nuevo,
que la aldea global es aún más aldea
y la utopía es aún aquel viaje a Itaca,
quiero cantar ancho y abierto,
quiero volver lento y preciso hasta Cernuda,
lo que el espíritu ganó que nadie nos lo quite
sólo podrá ser eso si tenemos memoria,
memoria viva en sangre, pensamiento y alma.

SEGUNDO MILENIO

Mil años son los que han pasado
el mundo como ves es un pañuelo
sigues y sigo, los mismos desvelos,
aún seguiremos después de Fukiyama.
Mil años buscando lo escondido,
buscando y baqueando en los conocimientos.
Se mueve, es que se mueve,
es poco más o menos, así hemos llegado a los inventos.
Volvemos a Platón, que de Grecia venimos,
o sea, a pensar a dónde voy
y acaso a pensar de dónde vengo
y en el me esfuerzo aún más grande
pensar sintiendo
dónde estoy.
De todo lo sencillo es que surgió el prodigio
de ahí a seguir el hilo, el pensamiento,
como el ovillo, que llega hasta aquí.
Mil años de batallas y al fin unos tangos,
siglo veinte, cambalache, problemático y febril.
Se mueve, es que se mueve.
Venimos de Grecia, aprendimos latín
hasta llegar al final del siglo veinte
cambalache, problemático y febril,
siglo de horrores y de dignidad.
Quiero empezar por el niño judío
que espera turno hacia su crematorio,
en Auschwitz todavía suena el violín
y, sin embargo nacimos en Grecia
y en otro tiempo aprendimos latín.
Del latín a Burundi,
de Platón a Kosovo,
de Sócrates al hambre,
de Heráclito al dolor.
La aldea global es ya por fin global
y mucho más aldea
y la utopía, Ay, la utopía,
tal vez sea aún
ese viaje a Itaca.
Venimos, ya lo ves, de antes de cualquier milenio
quién sabe el tiempo que tiene el ingenio
cómo se mide o se constata su canción.
Venimos del latín, de la belleza y la derrota,
y el hombre y la mujer han dado vida a una canción.
Parece raro, ahora me confieso,
pero yo sé cantar una canción
que me enseñaron muchos y me enseñó ninguno,
o tal vez fue seguir el oído de mi corazón.
Venimos desde Grecia buscando la elegancia
y con Sócrates tomamos la cicuta,
por la elegancia dimos unos cantos
como de paso también miles de vidas,
para que la elegancia pudiera perdurar.
¿Salvaremos su cantar?
No lo sé bien, a ello me aplico, tenso y sereno desde ahora
que el violín de Auschwitz todavía llora
cuando espera su turno el niño judío.
Qué mezcla de bellezas y de  horror,
qué perturbado aquel conocimiento,
que era un violinista delicado
el que ponía las notas del horror.
Hemos llegado al siglo veinte.
Se mueve, es que se mueve.
Hemos tirado de hilos y de ovillos
para poder decir esto es ahora,
mejor sería decir "HOY ES SIEMPRE TODAVIA".
Yo te saludo, Antonio,
a ti quién no te ha plagiado.
Diré tu nombre y en él tu desvelo.
Tu nombre Antonio Machado y manchado
por tanta estúpida ignominia humana...
También a ti te saludo, Juan Ramón,
el tiempo siempre une a los grandes poetas
y junto y antes y después, no sé,
me hace trampas la cronología,
quiero darte mi alma en pensamiento
al Rubén que nos cantó a la juventud
cual divino tesoro
Qué gran poeta has sido y aún eres,
indio de alma, corazón y pensamiento,
colonizando al colonizador.
No hay nada que no pueda
el canto y la belleza.
Son cantos de ida y vuelta,
cual puro habano o el mejor café.
Quiero decir, aprovechando que pasa el Pisuerga
que mis poemas saben a café
y a tierra del indio americano
desde que supe de Vallejo y supe de Rubén.
Pienso ahora en ellos, escucho sus sones,
sus luces anchas de melancolía,
su cantar elegante en la noche más fría
y en el Trópico lleno de calor.
En ellos pienso, me tomo un café,
a tu salud, Vallejo y a la tuya, Rubén,
y en ella también al indio americano
sobreviviendo escuadrones y matanzas,
sobreviviendo democracias tuteladas,
sobreviviendo al exterminio y al imperio,
como será mañana y será ayer.
Volvamos a Platón que de Grecia venimos,
volvamos a pensar a dónde voy,
de dónde vengo,
acaso y con esfuerzo, dónde estoy.
Volvamos a la Itaca y sin esclavitud,
ajustemos corazones con espíritu,
el canto intenso, lo amargo y lo excelso,
poco tras poco intensos latidos,
volviendo como Ulises, buscando la razón del corazón.
Volver con la memoria escuchando el tango,
volver con la milonga a la esperanza
y a los cantos pequeños de la vida,
volver con la herida en el alma,
con la frente marcada por dos mil derrotas,
volver como Rubén:
juventud, ¡oh divino tesoro
que te vas para no volver!
Vinimos del latín y pasamos por Burundi,
hambre y más hambre,
dolor y más dolor,
sones y cantos, el blues y la danza,
todo se cierra y vuelve a comenzar.
Ahora que se acaba un tiempo
y alguno dice que viene un tiempo nuevo,
será preciso rescatar los cantos
y salvar la dignidad de la memoria
que el violín de Auschwitz todavía llora
y está reconstruido el pensamiento de Pelayo.


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