martes, 1 de marzo de 1977

LA LIBERTAD Y EL DESARRAIGO


Adolfo Castaños





 

Prólogo


Una poesía limpia y directa de expresión, sincera, como es todo lo que coincide entre obra y vida. En este caso, todo lo que es verdadero incide en su traducción al poema.

Yo admiro todavía estos hechos porque ya no pertenecen al mundo artificioso de la escritura, sino a una verdad cada vez más destruida.

«A mí -dice Adolfo- me resulta imposible falsear la verdad con literatura». En efecto, Kafka no era un escritor, sino un hombre que se traducía a sí mismo (y muy bien por cierto).


Carlos Oroza
Madrid, marzo 177





Presentación

 
Se hace muy difícil escribir con esperanza cuando el entorno en que te mueves es triste y desesperanzado. Se hace terrible querer dar consignas de alegría cuando uno ve que tanto lo cotidiano como lo futuro tienen esa mezcla de lo inocuo y de lo desgarrado, de lo falso y de lo triste, de la muerte y de la enfermedad. ¿Qué hay que decir? ¿Cuál es nuestra postura cuando, llenos de vida, vemos ceñirse la muerte, sin estrépito, eso sí, pero lenta y segura, sin vacilar...?

Y, lo que es más triste, es que esa muerte no es algo que se oponga a una vida creada, sino que campa por sus respetos sin oposición. Y más aún latiendo y creciendo en todos nosotros. Todo es muy relativo; hace falta despojar a las palabras de grandilocuencias y adaptarlas al sentimiento verdadero, sin otra mediatización. Hace falta tener coraje para decir la verdad. Pero yo, os lo confieso, no tengo otra solución. Desde pequeño me enseñaron mis seres cercanos a decirla y, aún sometido a la tragedia como todos, siempre intento oponerle resistencia interior.

Claro está que por relativa mi verdad no es absoluta y me libraré de dar consignas de tristeza ni de ninguna otra cosa. Simplemente, me dirijo a quien me quiera escuchar y le hablo en voz alta de lo que pienso, de lo que veo, de lo triste que veo todo y de lo feliz que me haría verlo alegre. Ofrezco mi voz con todo lo que puede tener de ayuda para aquellos que desean cambiar o que desean cambiarse ellos para cambiarlo todo; para aquellos que creen en el ser humano.

Estos poemas, o lo que sean, que siguen, son el fruto de unos pocos años de vida y son una pequeña recopilación de mis sentimientos y reflexiones de éstos. Hará pronto unos cinco años que plasmé en un papel el primer verso. Pero yo soy de los convencidos de que los poemas no tienen tiempo, que la vida no tiene tiempo; que el tiempo se ha hecho para controlar, para reprimir. Por consiguiente, pienso que lo que haya podido escribir tienen mis 22 años y aún más, lo que he mamado, la gratitud, rebeldía y grandeza de mi madre; el permanente aliento de mi hermano, verdadero sostén de mi obra poética, y de todos los demás seres que me han rodeado y me rodean en este instante.

Aunque en el tiempo que he escrito todo esto mi visión de la situación ha cambiado mucho -casi diría que se ha alterado por completo-, todos los versos tienen algo en común: el deseo de la felicidad de mis semejantes y mía con ellos. Son cinco años de escribir aquello que deseaba, aquello que veía, siempre igual. Claro está, no siempre que se mira se ve lo mismo, depende de tu campo de visión, y también de lo que vayas a mirar.

El título, después de esto último que os acabo de decir, os chocara, «La libertad y el desarraigo»... «Cómo podrá decir éste que siempre ha escrito para lo mismo, si separa su obra en dos partes tan contrapuestas», os preguntaréis. Aunque muchos de vosotros en los poemas veréis la respuesta, para otros diré que siempre he escrito para la libertad, para cada vez caer en la mayor en el mayor de los desarraigos, sólo salvado por mi gente, por la poca gente totalmente apiñada a mí, que es mi mayor motivo de vida, como dice mi amigo Carlos Oroza: «Para mi amigo y yo la libertad; para vosotros la puerta del cansancio».

Hoy estoy, por eso, para hacer feliz a mi gente, a quien quiera ser mi gente. Es mi mayor motivo de felicidad, esperando el cambio de todo y cambiando yo, como digo en uno de mis poemas. Creo que es la forma más eficaz de colaborar a darle la vuelta a la tristeza.

Para acabar, dar el mayor de los abrazos a toda la gente que ha hecho posible que haya tenido una continuidad en mis escritos; a todos los que se han interesado por ellos y con su presencia me han dado fuerza para seguir. Y a todos los que ahora se disponen a leerlo y a comunicarse conmigo. Es mi mayor satisfacción.

A pesar de lo pretencioso que puede ser tanta explicación, os diré que me resultaba inevitable hacerlo para ordenar y aclarar tanto sentimiento a borbotones.




Adolfo Castaños

Madrid, marzo 1977







Poemas de iniciación a la libertad y
felicidad de los seres humanos






Yo supe que no sabía
cuando empecé a preguntar,
las dudas que yo tenía
y me hicieron callar





Entrega, pero no esperes;
da y no digas dame a mí;
sé consecuente en tus actos
y arrastrarás el sentir.




Por encima de barreras
que cercenen tu sentir
está tu esfuerzo en la vida,
tu deseo de vivir.




Donde tú vayas iré yo,
que no me vendo;
contigo siempre en marcha,
no habrá sufrimiento.




Palpitando el corazón en tus latidos
por el ser que murió
y no ha vivido.




Para que por siempre viva
contigo el que ha de nacer,
libertad te abraza el hombre
que contigo ha de crecer




Protégete del servil,
aquél que siempre te adula;
que el servilismo es
enfermedad y sin cura.




El miedo a lo que vendrá
sigue como una huella,
que debemos de borrar
para romper las cadenas.




La producción y el consumo;
el deseo de gastar;
dolores que provocamos
para pastillas tomar.




Viento y ser humano: luz.
Poder e ignorancia: cruz.




No hay fronteras que separen
a los pueblos cuando sienten,
las ansias de derribar
a quien oprime y les miente.




Yo no espero en los rincones
a que llegue la ilusión;
como ciego en plena calle
vivo, lucho y digo no.




Para ver que es necesario
antes de mirar, sentir.
Si lo traduces sabrás
lo que es para mí vivir.




No creo en la palabra
de ejercicio espiritual.
Sólo creo en la palabra
cunado brota libertad.




La vida no está exigiendo vida
y no muerte prematura.
Que en todos nosotros haya
una honesta y fuerte duda.




Unirme, pero no atarme;
caminar y caminar...
y sentirme vinculado
a todo lo que es verdad.




Allí donde hay pureza
me siento por adopción.
Podrán separarnos tierras.
Nos unirá la ilusión.




Mi deseo, mi canción y tú.
Quisiera que estén unidos
por algo que sea luz.




El viento me dice cosas
que no puedo traducir,
Pero me da una inquietud
que hace que a todas horas
esté buscando la luz.




Lo que siento es que os vayáis,
golondrinas que voláis.




Mucha mentira: opresión
mucha tradición: palabras
¡tanta insatisfacción!...
Ha de brotar nuestra voz.
No porque sea de oro
dejará de ser prisión
ese mundo en que te mueves,
al que llamas posición.




Pájaros que vais volando.
Pájaros que os matarán.
Pienso que os están matando
porque enseñáis a volar.




La dimensión de los hombres
no la mido con patrones.
Me llaman sus acciones.




Nos trajeron,
nos engañan,
nos adulan y nos mienten.
Frente a todo esto: siente.




Mis penas, mis alegrías,
todo es uno mi vivir.
No acepto que me conduzcan
hacia donde tengo que ir.




Cuando muera, que me entierren
donde cualquier hombre quiera;
que es en vida cuando quiero
luchar y buscar la tierra.




Cuando la razón impera,
lucho contra la razón.
Cuando la razón oprima,
luchad contra la razón.
Frente a dogma razonado,
se opondrá siempre la creación.

Si el corazón es cerebro,
quiero ser intelectual.




Quiero ser de raíz fuerte,
esa que nunca se rompe,
que le pegan mil hachazos
y la mantiene su norte.




Me llamaba el viento;
dije: vengo.
Siento.




La paloma voló;
el árbol ya se secó;
el perro palideció;
el hombre se marchó;
sólo el pueblo se quedó.




Aunque la ley me controle,
nunca serviré a a ley.
Cuando un acto me motiva,
nunca me fijo en la ley.
Siempre pienso en mi deber.




Siento que nada es inútil,
que todo es proyección.
Siento más fuerte la vida
que toda la condición.




Busco;
miro;
veo;
tengo.
Me matarán:
mil nacerán.





Doctor que tan sólo sirves
para diagnosticar.
Cuándo te habrás dado cuenta
que tu trabajo es curar.




El corazón me salpica
y no me deja estar quieto.
Y si le digo que pare
dice: ¿para qué te han hecho?




Condenar al ignorante,
no es ni orgullo ni honor.
Combatirle es defenderle;
esta es nuestra posición.




El equipaje que dificulta el andar...
Ya debemos empezar
a lo superfluo dejar.





-->
Valor, heroísmo, verdad.
Y no están en santidad.




-->
Y gritan: ¡libérate!

Lo sientes en tus entrañas,
cuando sales de mañana
y los encuentras al pasar.

Lo gritan y están callados,
Porque quien grita eres tú.
Tú mismo, que te reprimes.
Tú mismo, Que ves la luz...







La constatación de la tragedia cotidiana




Tantas noches y mañanas
sin podernos encontrar.
Tantos días, tantos años,
sin tener común lugar.

Libertad, eres más bella
que oro, orden y honor.

Que nadie te condicione,
ni te someta al cajón;
que caminen con nosotros,
hacia el ser, hacia el amor.




La sombra que penumbra se va haciendo;
el hombre que en penumbra ha de crecer;
los ojos hechos para ver la vida,
se ha hecho cronistas de desilusión.

De tiempo rutinario, día a día,
horario inflexible hasta en la distracción,
de seres que lloran con su risa,
de risas hechas con programador.




Yo me quiero rociar de los encantos
de la dulce palabra verdadera;
de la ansiada esperanza
del que espera.

Del que espera sin estar sumido
con la frente y con la voz.
Que apunta alto.
Y la fe y el corazón
fuerte en la vida.

Yo aquí, en estos días,
o allí, todos los días,
en las noches y en las horas,
en el tiempo,

llamando a dignidad,
porque ella es mía.




Di: ¿qué enfermedad es aquella
que el doctor no puede diagnosticar,
medicina necesaria en nuestra vida,
un remedio para nuestra enfermedad?

Hay enfermedad de la que el doctor no entiende.
Y es de vital importancia curar.
Enfermedad de la que no es corriente
en las calles hablar.

Di: ¿qué enfermedad es aquella
que el doctor, como tú y yo, está igual?




El curso de los días y su caminar.
La poderosa influencia del azar.
La historia decidida a espaldas nuestras.
Los cambios que provienen sin saber.

Años que a su paso arrastran vidas,
perdidas sin saber por qué.
En los rostros de hastío de a diario.
En la muerte aceptada sin querer.




Nunca habrá una sola verdad.
Pero sí una conciencia,
que nos la hará buscar.

Y nunca será la misma,
pero será la verdad,
si la búsqueda constante
genera libertad.




Que tu risa no sea nunca asalariada;
y espontánea brote siempre de tu faz.
Y tu llanto salga vivo, sin mentira,
que a nadie busque nunca impresionar.

Que sepamos y sintamos que, en los tiempos,
en que todo nos enseñan a vender,
aún tenemos ese arma infalible,
que es dar toda la verdad de nuestro ser.




Aquel hombre se encontró la inmensidad: venía de frente.

Al pasarse junto a ella tambaleó.
Y cayó entonces en cuán débil
era el mundo que antes le sustentó.

Fue a encontrarse hacia otro mundo: no llegó.
Porque el tiempo nunca pasa sin ser tiempo.
Y nos deja unos vacíos que tenemos que llenar.

Se dio cuenta entonces que tampoco
con el refugio esperado podía contar.

Vegetó, se quedó quieto, esperando.
Esperando lo que nunca le llegó.
Y por primera vez es su vida: pensó.




Y aquello que dijisteis irrealizable,
a la puerta os viene a llamar.
No os sorprendáis de su presencia,
simplemente contestad.

Y dejaros de principio,
olvidaos del final.
Es la respuesta a este tiempo
la que os quiere acompañar.

No os confundáis; este tiempo,
no es hoy, ni es mañana, ni fu ayer;
nuestro tiempo es tiempo nuestro,
nuestro quiere decir: ser.




Y del loco que rompe los silencios,
con gritos aparente incomprensibles;
que pregunta y escucha
cuando cree que debe preguntar.
Y que grita, insulta y patalea,
cuando no se le quiere contestar.

Del que todo lo discute
y nada acepta de antemano,
Todo me une, a su lado yo estoy.
Y siguiendo el hilo de su existencia,
interpreto su sentir, digo; yo soy.

Soy ese que ahora se declara,
Solidario hasta morir,
de esos locos que ahora hablan,
esperando un día poder oír.
Que se encuentran en su tierra,
hoy «Loquilandia»:
esa que mañana será vivir.




Que no corra el peligro tu martillo
de que le pueda conducir la excesiva precisión.
Y queriendo darle bien, para que nada pierda,
le dé tarde, cuando no haya nada a hacer en el dolor.

Es conveniente que el martillo sea lluvia,
que golpee fuertemente y sin cesar.
Qué importa que a veces se pierda,
y no deje rastro en el lugar ...

A la lluvia que se pierde la acompaña
la que riega y alimenta el gran hogar.
Y mucho más que precisión, rezuma vida,
vida que nos muestra libertad.




Mantenerse siempre fiel, inexpugnable,
a la vida que sentiste en ti nacer;
al principio que alimenta tu esperanza,
de que un día perseguido no has de ser.

Mantenerse en el deso de ir creciendo,
encontrando cada día ese algo más,
que permite ir, buscar, con alegría el mañana,
para vivirlo con la entera libertad.

Para encontrarse día a día con la vida
y con las gentes que acompañan el amar,
arquitectos y obreros de la vida,
gestadores de la nueva dignidad.




Abrázate a todo aquel que te escuche,
que distinga tu voz del clamor.
¿Quién dijo que un hombre solo no es nada?
Un ser solitario puede ser amor.

Que si hay masas sean conjuntos de seres,
y no gritos uniformes, sin color;
que cada uno seamos pensamiento,
que cada uno seamos canción.
Que no nos reduzcan un palmo,
que nunca cedamos nuestro sol.




Fue una voz la que se elevó sobre la histeria.
Fue una voz la que al clamor apagó.
Era la voz que replicaba en las conciencias.
Era una voz. Era una sola. Era la voz.

Todo puede perderse en un instante,
cuando reposa en fundamentos de papel,
cuando quedan separados de la vida,
el nosotros, el yo, el tú, el él.

Destruir las escaleras que conducen hacia el pódium;

derribar todas las torres de marfil;
fomentar la libertad en nuestro suelo;
dar lo bueno sin esperar nunca el sí.

Quedar en tierra, pero volando;
volando hacia las nubes, al vivir.




Y cuando ya casi todo lo veas perdido,
acuérdate,
de aquellos en que pocas veces reparaste,
a no ser como estadística, en tu ser.

Ve con ellos, al bar donde se reúnen,
y con ellos de calor embríagate.
No rechaces ningún vino que te ofrezcan,
es premisa indispensable para ver.

Aunque luego salgas con la vista nublada,
tu corazón habrá aprendido a ver,
y tu fría y aplaudida eficacia,
a otra nueva enseñanza ha de acceder.

Verás que aquellos que veías
defendido por tu palabra fugaz,
son distintos a como te imaginabas,
son distintos, lo verás.

Tú que tan sólo has producido camaradas,
en amigos habrás de pensar.




Rotos están los caminos que se hicieron,
pero queda en el ejemplo lo que fueron...

Que el camino, aunque roto,
siempre es nueva libertad.

Porque aún en el peor tiempo,
siempre enseña que se puede caminar.

Enseñaron a la nada, según dicen,
mas la nada es como el eco, viene a ti.

Y siempre los nuevos caminos
brotan del nuevo sentir.
De nada sirve romperlos,
ya que vuelven a salir.

Los caminos que se hacen,
brotan a la hora del fin.




Agarro la libertad con mi boca,
y me paro con ella a su encanto inhalar,
y una vez oxigenado, voy pasando
firmemente en la alegría y el dolor.

Porque sólo vivo mientras vivo,
porque sólo cuando en mí siento mi voz;
cuando ando, paso, paro y gozo,
es entonces cuando estoy en armonía con mi yo.

Me senté, y hacia mí vino alguien que no conocía yo;
se marchó, y en todo el tiempo que en mí estuvo
no se me identificó;
al principio estuve en tris de preguntarle,
pero su arrullo posterior me convenció,
porque vi cuando miraba, me di cuenta,
que a mirar nadie te enseña,
has de buscar.

Y es así, y así será nuestro viaje;
hoy parados en la estación de la paz,
esperando el despegue deseado
hacia el bello oasis: libertad.




Más tarde negarán lo que estás viendo,
en nombre de la lucha, o de la paz;
profetas y los cuervos, mano a mano,
irán a destruir tu libertad.

Dirán que el desarraigo es culpa tuya;
que te apartas de la realidad;
que rompes el eslabón de una cadena;
que hay cosas que no se deben aceptar.

Que hay lujos que no deben concederse;
pensar, en lugar de trabajar.
Produce, lucha, cumple, trabaja:
un pueblo está en camino de llegar.

El orden nunca será negociable.
La paz juramos defender.
Estamos en camino de la lucha.
Mañana vivirás mejor, más bien.

Mira a tu nuevo hermano, camarada.
Mañana lucharás también por él.
Ya sé que ayer fue quien te golpeaba,
pero hoy todo cambió; lucha por el.

Qué pena comprobar que voz y voto
en voto sólo se han de condensar
y que mi voz, y que tu voz, como está escrito,
mañana tendrán que silenciar.

Votarás a los nuevos uniformes,
o las viejas vestimentas del ayer.
Y entre voto, paz, orden, trabajo,
se irá diluyendo nuestro ser.




Iban cogidos de la mano,
era muy tarde,
todavía no había salido el sol.

Eran los restos de algo huero, desechado;
eran los restos de un tiempo que pasó.

Era la historia la que los había unido,
era el desdén por el tiempo que marchó,
era el terror a lo que se avecinaba,
era todo un desasosiego, eras tú y yo.

Porque fuiste tú quien sonreíste,
yo pensó es ella, ya está aquí,
y abrazados hacia el nunca, hacia el mañana,
nunca nos hizo falta el sí:

el camino, la ilusión, el yo, el silencio,
la miseria, la alegría, el terror
fueron ya, serán, hoy son,
como el aliento de un ente,
como el decir quiero: el soy.




Se busca al delincuente más buscado,
su búsqueda se recompensará.

Robó el tiempo que no tenía,
y se sentó insolente a ver pasar;
respiró el aire que no le correspondía,
bebió agua y permiso no pidió.

Se ruega encarecidamente piensen
el mal que hacen a la sociedad.

Se quitan la corbata y el sombrero
y hasta el vestido un día se quitarán.

Les dimos de comer y se rebelan;
se cansan y no quieren trabajar;
el cáncer de cebolla los domina;
la subversión llegó a este lugar.

¿Será conspiración?, ¿será carcoma?,
¿será libertinaje?, ¿qué será?

¡Pensar que la reserva de occidente
camina a abrazarse con el mal!

Se busca al delincuente que se ríe.

Se busca al delincuente; se busca a la verdad.




Y es inútil que busquéis,
programéis, ni deis más vueltas;
el suicida existirá
mientras exista la Tierra.
Como existe el corazón,
para vosotros arteria.

Y es inútil que pidáis
maravillas a la ciencia;
maravillas dan los magos,
las montañas o la Tierra.
Programad, pensad, buscad,
administrad nuestra Tierra;
las cuentas nunca os saldrán:
olvidáis que pisáis suelos
que pueden resquebrajar,
que hay algo que se os opone:
vida humana, voluntad.




Entonces apareciste;
cuando perdido,
camino del nunca más,
iba al borde de esa nada
que me asusta hoy al pasar.

Fue entonces cuando te vi,
pensando que eran mis sueños...
El sueño, única verdad,
todo lo demás es menos,
sólo es realidad.

Te vi y tras de ti estoy,
feliz y reencontrado;
juntos tendremos que estar;
tú me diste a probar frutos
que motivan a pasar
por la ardiente presencia:
goce, dolor, voluntad,
tierra, hombre y libertad;
que hacen del existir vida
y no cualquier cantidad.





A la vida


Sales de frente,
vas hacia mí.
Vienes toda hermosa,
me empujas a ir.
Veo la calle
y quiero salir.

El sol sale, y la mañana,
anuncia otro día más.
Que cuando acabe ese día,
no sea otro día igual.

Hay que crear cada día
nueva vida en nuestro andar.





Despojarse de la falaz investidura
y revestirse de la cálida verdad;
abrazarse a la existencia, día a día,
esperando cambiar la realidad.

Quebrantar los decorados,
que están borrando el paisaje;
respirar el bello fruto natural.

Destrozar la economía de mercado,
dignificar la palabra libertad.

Y dar vida al sentimiento que uno vive,
beberse entero el calor,
de aquellos que a tu lado te lo ofrecen,
con su presencia, con su mirada, con su voz.

Todo podría cambiar;
estamos agazapados,
soñando con caminar.




Se dan la mano, van juntos, tiene la misma misión,
el arquitecto de la jungla y el confesor.

Porque nuestro corazón siempre está arrinconado,
por el cerebro, por la razón.
No te empeñes en buscar perlas donde no hay agua,
no dejes que administren tu andar;
hasta el derecho a la muerte nos imponen;
de tu cuerpo tú no puedes disponer.

Recogemos día a día la mentira,
respiramos heder, putrefacción,
y, tamizada, adulterada, en nuestros huesos
la convertimos en costumbre, en respecto, en consideración.
Lo mejor de nuestra vida nos resulta imperceptible,
tristemente lo dejamos pasar;
hacemos nuestras las consignas, la paciencia,
divagamos, bendecimos, consolamos
y dictamos;
ayudamos a hacer crónica la conmiseración.




Abrazado a la utopía yo camino.
Si todo es mentira,
me engaño, me fabrico la mejor.
Reflexiono en fuerte voz
y digo claro
lo que quieren ver mis ojos,
lo que quisiera atender.
Porque nada cambiará si todo cambia,
mas quien no cambia soy yo;
presto estoy a ver el cambio;
mientras tanto, cambio yo.




Por si tú quieres saber
por quién estoy yo llorando,
he de hacerte comprender
que yo no lloro por nadie,
sólo quiero estar con él.

Porque esos que cada instante te liberan,
que por ti están dispuestos a pensar,
merecen una opinión, una respuesta, un pensar.
Merecen estar buen lejos del lugar donde haya libertad.




Licenciar,
librar,
libertar,
rescatar,
soltar,
desencarcelar,
desencerrar,
desencadenar:
pensar.





A la c.n.t.



Y vendrán, y volverán, vendrán de nuevo;
siento que nunca llegaron a marchar
y estuvieron presentes en nosotros
alentando y alertando nuestro pensar.

Estuvieron unidos a nosotros sin saberlo
nunca usaron la jactancia, nunca insistieron,
nunca dijeron estoy en ti.

Pero se siente su luz y su presencia
y con nosotros ellos vuelven a vivir.

Nadie sabe si algún día se murieron;
nada dice un triste y gris certificado de defunción;
eso a veces es apresuramiento por matar
por enterrar lo que vivió.

Nada más digo que las cosas percibidas...
Poco o nada más puedo agregar.
Que mi vivir y el de otros, y el de tantos,
a los que siento, que me ayudan, que me incitan
y pensando en ellos con verdad puedo decir:
que volverán, que volverán lo que fue nuestro,
lo que quisieron sepultar y hoy está aquí.




A la tristeza


Era todo un deseo de fiesta
la canción;
pero cuando se acaba
era dolor.
Eran olas, son olas,
que siguen buscando el mar.
Y se encuentran con el río.
Y con el río, la ciudad.
Y con la ciudad, la bruma,
la estructura, el cajón.
Demasiado triste todo
para que viva una flor.

Y así la flor, la canción,
la tristeza, la esperanza
salten de la misma voz,
que hoy llora, después ser ríe,
que quiere abrazar el sol.




Vino, vio, llegó y venció
la mentira, en nuestra tierra,
militante siempre en guerra,
aunque de paz nos habló.

Y los muertos que mató
acompañan hoy la esencia,
la irresistible ascendencia
de aquello que no murió.

Por eso, aunque la verdad
tenga encima una losa
o una fascista bota,
siempre será libertad.

Con un candor atrayente,
por saberse existente
en lo más hondo del ser.




Tenía forma de acorde su presencia,
de la dulce melodía del sentir,
de un agudo poco a poco más intenso,
que latía y que volaba desde mí.

Conversábamos los dos dando calor a las frases;
expresión tras expresión, vertíamos nuestra ilusión.
Yo adivinaba su aliento entrecortado,
por la dulce e impulsiva presencia del alcohol;
cuando mi mente volaba a 630 kilómetros,
buscando el germen que deja el amor.

Salté el tiempo; la distancia;
y creé liberación;
destruimos el espacio
y me encontró con su voz.

Con esa voz que está en mi voz,
mi vida,
que me acompaña al pasar.
La presencia vital y libertaria
que da la vida a mi entera libertad.

De aquella voz que hubo gestado nuestra madre,
de la agradable presencia en su mirar.




Debemos ser como niños
cuando aprenden a mirar.
Tenemos que ser nosotros,
siempre aprendiendo a mirar.

La caliente filosofía vagabunda,
filosofía a tumbos de vivir,
quemada como pan a fuego lento,
para poder ser y estar allí.
Donde vive la inquietud
de algo que nace,
de la anhelada vivencia de vivir.




Hay un niño que sonríe
que mañana su llanto contendrá;
es el paso de la protección
al desamparo,
de no tener a tener
uso de razón.
Es el paso de la curiosidad
al tedio, al frío,
de la llamada muerte natural,
acontecida en nuestros huesos el mañana,
según pronóstico de los sabios del lugar.





Música a nuestro silencio...
...Se estaba oyendo el rumor.
Mirábamos con tristeza
nuestra lenta destrucción.
Qué terrible es nuestra muerte,
que no respeta el dolor;
no deja el menor resquicio,
implacable en su canción.

Hay que luchar contra ella,
oponer nuestro cando,
abrazarnos y salir a reír juntos,
hacer frente a la propia destrucción.

Quien no es capaz de destruirse a sí mismo
es velero en noche negra y temporal.
Quien no sabe estar triste,
nunca hará feliz a los demás.

Cuando soplan malos vientos,
hay volver a entender la libertad.




Nos miramos sin hablar,
estamos dejando el mar.
El silencio nos oprime la garganta,
no queda resquicio alguno para hablar.
Todo un bosque está quieto, desafiante,
las garras de la maleza allí.
Y llevados por el viento del destino,
estamos llegando al fin.

Ese final que se estira y que se estira
y nunca acaba, ni siquiera deja margen para ti.

Me he de negar a olvidar,
he de pensar recrear esta tragedia,
mi catástrofe, tu afrenta, toda nuestra destrucción.

He de gritar en la muerte,
que he de hacer canción.




Paseabas frente al mar,
el horizonte caminaba hacia ti.

No te encontré,
porque día a día te alejas,
te alejaban, nos echaban del lugar;
nos decían que el horizonte no andaba,
pero, está claro, no era verdad.

Eran ellos, que nos alejaban,
los que nos sacaban la verdad;
nos meten el sacacorchos en la boca,
nos preparan para el nunca despegar.

Nos engañan, de vez en cuando un progreso,
nos hastían, nos cansan de nunca andar.




Esta es la crónica de la lenta destrucción,
del hoy que acaba.

Esta es la voz que parió la desintegración,
lo que rompía el silencio y las costumbres.
La que te incita a olvidar el dolor,
la voz que no podía ser de otra manera,
la voz de nuestra contradicción.

Cuando salíamos a la calle, día a día,
era la historia repetida siempre igual,
Era el silencio que constante machacaba,
afloraba en ti cuando empezabas a hablar.
Era las cosas desprovistas de sus nombres,
era la vida obligada a desazón;
era el sepulcro de lo que nos unía al orden,
hasta el llanto en público era subversión.

Eran los tiempos de la muerte por ahogo interno,
eran los tiempos de paz, progreso y unión.